La leishmaniosis, también conocida como leishmania, es una enfermedad infecciosa grave que afecta principalmente a los perros, aunque también puede afectar a los gatos y a otros mamíferos. En zonas como España, donde el parásito está presente de forma endémica, proteger a nuestras mascotas es fundamental.
En este artículo te contamos qué es la leishmaniosis, cómo se transmite, cuáles son sus síntomas, cómo se diagnostica, las opciones de tratamiento y, muy importante, cómo prevenirla. Al final, incluimos una sección específica sobre leishmaniosis en gatos, una variante menos común, pero real.
¿Qué es la leishmaniosis?
La leishmaniosis es una enfermedad causada por el parásito Leishmania infantum, que se transmite a través de la picadura de un insecto: el flebótomo, comúnmente conocido como mosquito de la arena. No se trata de un mosquito cualquiera, sino de un insecto muy pequeño y silencioso, de actividad nocturna.
Cuando un flebótomo infectado pica a un animal sano, le transmite el parásito, que puede multiplicarse en su organismo y causar la enfermedad. La leishmaniosis es zoonótica, es decir, puede afectar también a los humanos, aunque el contagio directo entre perro y persona no es posible sin el vector.
¿Cómo se transmite la leishmania?
El ciclo de transmisión es el siguiente:
- Un flebótomo pica a un animal infectado.
- El parásito se desarrolla en el insecto.
- Ese mismo insecto pica a un animal sano y le transmite el parásito.
Importante: la leishmaniosis no se contagia por contacto directo entre perros, ni por saliva, ni por heces. Tampoco tu perro puede contagiártela directamente. El único responsable es el flebótomo.

¿Cuáles son los síntomas de la leishmaniosis en perros?
Uno de los grandes problemas de esta enfermedad es que sus síntomas pueden tardar meses o incluso años en aparecer, y son muy variados. Entre los más comunes encontramos:
Síntomas generales:
- Pérdida de peso sin razón aparente
- Falta de apetito
- Decaimiento
- Fiebre intermitente
Síntomas cutáneos:
- Caída de pelo (sobre todo en orejas, nariz y alrededor de los ojos)
- Heridas que no cicatrizan
- Costras en la piel
- Uñas muy largas o deformadas
Otros signos:
- Inflamación de ganglios
- Sangrado nasal
- Problemas oculares (conjuntivitis, uveítis)
- Cojeras o dolor articular
- En casos avanzados: daño renal o hepático
Como ves, los síntomas son inespecíficos, por eso es tan importante acudir al veterinario si notas algo raro en tu perro.
Diagnóstico: ¿cómo saber si mi perro tiene leishmania?
Ante la sospecha, el veterinario puede hacer diferentes pruebas:
- Test rápido: detecta anticuerpos en sangre. Muy útil para revisiones rutinarias.
- Análisis serológicos (ELISA o IFI): más precisos, miden la cantidad de anticuerpos.
- PCR: detecta el ADN del parásito, ideal para confirmar casos dudosos.
- Citologías o biopsias: en lesiones o ganglios, para buscar el parásito directamente.
También se suelen hacer analíticas generales para comprobar si hay daño en órganos como los riñones.

Tratamiento de la leishmaniosis en perros
La leishmania no se cura completamente, pero sí se puede controlar. Con un tratamiento adecuado, muchos perros viven una vida larga y de calidad.
Los tratamientos suelen incluir:
- Antimoniato de meglumina (inyecciones): reduce la carga del parásito.
- Alopurinol (pastillas): impide que el parásito se multiplique.
- En algunos casos, miltefosina (oral): alternativa al tratamiento inyectable.
El tratamiento puede durar meses, e incluso requiere seguimiento de por vida, con revisiones periódicas y controles analíticos.
Prevención: la mejor estrategia
Evitar que tu perro contraiga leishmaniosis es mucho más fácil que tratarla. Estas son las principales medidas:
🟡 Repelentes:
- Collares antiparasitarios (con deltametrina): muy eficaces durante meses.
- Pipetas con efecto repelente: se aplican mensualmente.
- Sprays repelentes: ideal para reforzar antes de salidas al campo.
🟢 Vacuna:
- Existen vacunas preventivas que reducen el riesgo de desarrollar la enfermedad.
- Se recomienda test previo para asegurarse de que el perro no está ya infectado.
🔵 Otras medidas:
- Evita paseos nocturnos (los flebótomos son activos de noche).
- Instala mosquiteras si tu perro duerme fuera.
- Realiza tests anuales en zonas endémicas.
¿Y si ya tiene leishmania? ¿Puede convivir con otros perros?
Sí. Un perro con leishmania no es contagioso para otros animales ni para humanos, siempre que no haya picaduras de flebótomos de por medio. Puedes convivir con tu perro con total normalidad. Lo importante es protegerlo bien con antiparasitarios para evitar que actúe como reservorio.
Leishmaniosis en gatos: ¿mito o realidad?
Aunque durante años se pensó que los gatos eran inmunes, hoy sabemos que los gatos también pueden infectarse con Leishmania infantum. Sin embargo, su sistema inmunitario parece controlar mejor la infección, por lo que la mayoría no desarrolla síntomas.
¿Cómo saber si mi gato tiene leishmania?
La enfermedad es rara, pero los signos clínicos más comunes en gatos son:
- Lesiones cutáneas (nódulos, costras o heridas crónicas)
- Inflamación en párpados u ojos (uveítis, blefaritis)
- Pérdida de peso
- Apatía
- Inflamación de ganglios
- Suelen aparecer en gatos con el sistema inmune debilitado, como los que tienen FIV o FeLV.
Diagnóstico en gatos
El diagnóstico se realiza igual que en perros:
- Citología o biopsia de lesiones
- PCR para detectar el ADN del parásito
- Análisis de sangre para ver si hay otros problemas asociados
Tratamiento para la leishmania felina
No hay un protocolo específico, pero los gatos suelen recibir:
- Alopurinol (bien tolerado)
- En casos graves, inyecciones de antimoniato de meglumina
- Tratamiento de soporte y de otras enfermedades concurrentes

¿Cómo prevenir la leishmania en gatos?
- Mantener al gato dentro de casa en horarios de mayor riesgo (tarde y noche)
- Usar collares antiparasitarios específicos para gatos (como los que llevan flumetrina e imidacloprid)
- Evitar productos con permetrina (tóxica para gatos)
Conclusión: protege a tu mascota y gana en tranquilidad
La leishmaniosis es una enfermedad seria, pero con información y prevención puedes reducir muchísimo el riesgo para tu perro o gato. Ya sea mediante collares repelentes, pipetas o vacunas, lo importante es actuar antes de que aparezcan los síntomas.
Y si tu mascota ya ha sido diagnosticada, no estás sola: hoy existen tratamientos que mejoran enormemente la calidad y la esperanza de vida.
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